Con la pesca y la acuicultura como elementos transformadores emergentes de las economías africanas, es necesario un mayor esfuerzo para mitigar el impacto del cambio climático y la pesca ilegal sobre los océanos y las comunidades costeras.
Este fue el mensaje principal que el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, llevó hoy a los líderes reunidos en la Conferencia Ministerial Africana sobre la economía de los océanos y el cambio climático en Mauricio. La reunión busca identificar oportunidades para mejorar la capacidad de África para crear economías basadas en los océanos que sean resilientes al clima.
«Unos océanos sanos y productivos son fundamentales para combatir la pobreza rural, garantizar la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y alcanzar el Hambre Cero», señaló Graziano da Silva.
«Las partes implicadas de la pesca, la navegación, la generación de energía y el turismo, por mencionar algunos sectores -añadió- requieren soluciones rápidas e innovadoras para convertir los efectos del cambio climático en oportunidades».
EL CAMBIO CLIMÁTICO AFECTA TAMBIÉN A LOS OCÉANOS
Los países de África se están dando cuenta cada vez más de la necesidad imperiosa de diversificar sus economías más allá de las actividades realizadas en tierra y aprovechar unas relaciones a menudo fructíferas con el mar, aseguró el responsable de la FAO. Sin embargo, esa relación se está haciendo cada vez menos predecible debido a los cambios ambientales.
«Las comunidades costeras -explicó- se están viendo ya afectadas por una combinación de calentamiento de los océanos, aumento del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos, intrusiones de agua salada, acidificación de los océanos y los cambios consiguientes en los recursos de los que dependen para su alimentación y sustento», advirtió Graziano da Silva.
Y, sin embargo, la atención prestada al impacto del cambio climático sobre los océanos ha quedado relegada ante la preocupación por sus efectos sobre la tierra y la atmósfera.
Esto tendrá que cambiar con el fin de liberar todo el potencial del crecimiento azul en las economías marinas y marítimas en sentido amplio, y evitar que otros pierdan sus medios de vida, según Graziano da Silva.
Igualmente subrayó el impacto desproporcionado en los pequeños Estados insulares en desarrollo, insistiendo que «para los PEID, esta cuestión se ha convertido en una lucha por la supervivencia.»
Añadió que en estos países, las comunidades costeras no sólo son más dependientes de los recursos naturales, sino también menos capaces de adaptarse a los cambios, en particular las situadas en África.
LAS MEDIDAS DEL ESTADO DEL PUERTO: ESENCIALES PARA APROVECHAR EL POTENCIAL AZUL
El cambio climático no es el único desafío que tienen las naciones costeras que buscan liberar su verdadero potencial azul.
La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada supone una presión adicional sobre los océanos y los recursos marinos, haciendo que se pierdan miles de millones de dólares en todo el mundo en ingresos gubernamentales.
Por esta razón, la FAO ha instado a los gobiernos a firmar el Acuerdo Internacional de Medidas del Estado rector del puerto, que recientemente entró en vigor y jugará un papel clave en la lucha contra la pesca ilegal y en mejorar la gestión de las pesquerías.
Graziano da Silva destacó que actualmente, sin embargo, sólo 13 de los 34 países PEID forman parte del acuerdo -de los que sólo nueve se encuentran en África- por lo que instó a los gobiernos a que adopten medidas inmediatas para implementar el tratado.
«En la próxima Conferencia Nuestros océanos, del 15 al 16 de septiembre en Washington DC, me gustaría presentar públicamente la lista de países que han ratificado el Acuerdo», añadió.
LA ECONOMÍA AZUL
La producción pesquera mundial ha crecido de manera constante en las últimas cinco décadas, incluso por encima del incremento demográfico. Entre la década de 1960 y 2012, el promedio de consumo de pescado per cápita casi se duplicó, pasando de algo menos de 10 kg a más de 19 kg.
Pero la economía azul se basa en algo más que pescado. En total, la actividad económica mundial en los océanos se estima entre 3 y 5 billones de dólares. El noventa por ciento del comercio mundial utiliza el transporte marítimo y más del 30 por ciento del petróleo y del gas del planeta se extrae en alta mar. Lo que es más, el aumento del conocimiento de la biodiversidad marina ha permitido grandes avances en sectores como el farmacéutico, la producción de alimentos y la acuicultura.
Graziano da Silva destacó el papel de la salud de los océanos en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, junto con el éxito de la Conferencia sobre el Clima COP21 del año pasado en París, donde la cuestión del mar tuvo por primera vez un papel destacado.
Con la vista puesta en la próxima COP22 en Marruecos, el responsable de la FAO indicó que la Organización pondrá de relieve cómo los océanos pueden ayudar al crecimiento de las economías y al mismo tiempo gestionar el cambio climático.
«El objetivo de la comunidad internacional debe ser no sólo construir una economía verde sostenible, sino también una azul», concluyó.