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TECNOLOGÍA Y DERECHOS, UN CONTRASTE INQUIETANTE EN LA ARGENTINA ACTUAL:

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La Argentina de hoy nos presenta un panorama triste, desolador y preocupante en materia de «derechos sociales».

Hoy me quiero referir a los derechos que deben tener los «adultos mayores» con programas de asistencia a la salud y servicios esenciales para garantizar una vida digna.

La reducción del gasto público y desfinanciación de programas sociales atentan contra la felicidad que debemos dar a nuestros mayores.

En esta etapa de la vida el tener acceso a la salud y seguridad social son fundamentales, derechos consagrados en nuestra Constitución y en tratados internacionales, que por malas políticas están seriamente comprometidos.

Largas esperas para obtener asistencia médica, reducción de beneficios jubilatorios son solo algunos de los tantísimos problemas que enfrentan los ancianos a diario.

La burocracia, lejos de disminuir, se ha convertido en una barrera aún mayor para quienes intentan acceder a estos servicios esenciales.

La eliminación de subsidios y el elevado costo de vida hace cada vez más difícil de obtener lo más básico, un techo (no todos los poseen), medicamentos (cada vez más caros), comida (esencial para vivir), vestimenta y la recreación que tiene una gran importancia para promover condiciones una vida saludable.

Frente a este contexto es crucial una respuesta coordinada y eficaz por parte de la sociedad civil, actores políticos comprometidos con la defensa de los derechos humanos.

Tanto las organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, partidos políticos deben trabajar juntos para abogar por la protección de los màs vulnerables.

Vivimos en una era de avances tecnológicos sin precedentes.

La Inteligencia Artificial y otras tantas innovaciones han transformado nuestras vidas, prometiendo eficiencia y progreso.

Sin embargo, en medio de esta revolución tecnológica, surge una pregunta inquietante:

¿Nos estamos deshumanizando?.
La paradoja es evidente, mientras celebramos los logros tecnológicos observamos con gran preocupación cómo los derechos de nuestros ancianos se ven cada vez más amenazados y ante esto una sociedad en gran medida insensibilizada.

La burocracia lejos de desaparecer con la digitalización, sigue siendo un obstáculo insuperable para muchos.

La reducción del Estado ha exacerbado esta situación y dejamos a nuestros mayores sin la debida protección que merecen.

¿Estamos permitiendo que la tecnología se convierta en una herramienta de exclusión en lugar de inclusión?.

La verdadera medida del progreso no reside solo en los avances técnicos, sino en nuestra capacidad de utilizarlos en beneficio de todos, esencialmente los más necesitados.

Es imperativo que reorientemos nuestros esfuerzos hacia la construcción de una sociedad más justa y humana.

El verdadero progreso se mide en como tratamos a nuestros ancianos y a los más vulnerables entre nosotros.