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Massa dice presente y espera: imposibilitado de ganar las elecciones, podría definir el ballotage Info Ag. Nova

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(dibujo y nota Ag.Nova)

Sergio Massa, diputado nacional y precandidato presidencial por el Frente Renovador. (Dibujo: NOVA)Por Bruno Poggi, acreditado de NOVA en Casa Rosada.

Con un mensaje vacío, prefabricado, Sergio Massa relanzó esta semana, y por tercera vez, su precandidatura presidencial.

Relegado por Mauricio Macri, luego de no llegar a un acuerdo electoral ni para competir juntos en las PASO a nivel nacional ni para ser su candidato a gobernador en la Provincia de Buenos Aires; y ninguneado por el kirchnerismo y Daniel Scioli, el ex intendente de Tigre “se resignó” a cumplir con su palabra: pelear por la presidencia.

A pesar de mostrarse «convencido» de que va a ser «el próximo presidente», admitió que corre «de atrás» porque en las encuestas está «tercero».

Envalentonado, declaró ante la prensa que dará pelea porque quiere «tener la tranquilidad de mirar a los ojos» a su equipo y decirles que peleó por lo que creían: «No me resigné».

Pero su jugada en las elecciones no sería sólo una quijotada personal. Podría dirimir las elecciones, incluso el ballotage, si decide apoyar a uno u otro candidato.

Con la foto de hoy, Macri y Scioli encumbrados en las encuestas, casi asegurando el ballotage, y Massa perdiendo terreno, el tigrense podría convertirse en el “verdadero elector”.

A esa estrategia apuntan desde su comando de campaña. “Eso lo motiva”, aseguraron a NOVA fuentes cercanas a Massa, que incluso le habría dicho a sus colaboradores más cercanos que “mi venganza va a ser elegir con quién de los dos me siento a hablar”.

Aunque, como mencionaba, Massa aparece relegado en las encuestas, aún maneja números nada desestimables en cuanto a intención de voto.

Rozando los 20 puntos porcentuales en Nación, y más del 40% en Provincia, ese capital electoral, volcado hacia alguno de los candidatos que llegue al ballotage, podría definir la elección. La traducción en una forma política de ese capital es simple: poder.

Cabe esperar que Massa analice las posturas y reacciones de Scioli y Macri de los últimos meses sobre su propia figura. El jefe de Gobierno porteño, su principal detractor junto a Jaime Durán Barba dentro del PRO y el Frente Cambiemos, admitió públicamente que no le daría el visto bueno a una alianza electoral junto al tigrense.

También Scioli lo ninguneó, e incluso, le habría mandado un mensaje a Macri diciéndole que “no le aflojemos ahora, que lo tenemos knock out”.

Al enterarse, Massa redobló la apuesta y salió a criticarlos duramente en el breve discurso que dio el miércoles en su ciudad.

Los trató de “candidatos del silencio”. “Scioli no dice lo que piensa porque Cristina lo reta” y, a pesar que no lo nombró, a Macri le arrogó la intención de mostrarse como “el candidato del cambio”, “pero no dicen cómo hacer ese cambio”. “Nosotros podemos hacerlo”, agregó.

Es un concepto estimable el arrojado por Massa, y sería válido si él no fuera parte de la contienda electoral y si no hubiera especulado hasta último minuto para tomar una decisión sobre su futuro (la presentación de alianzas ante el Tribunal Electoral cerraron el mismo miércoles que dio su discurso).

Ni los tres candidatos mencionados, ni los presidenciables con menor proyección como Ernesto Sanz, Margarita Stolbizer, y mucho menos Elisa Carrió, han presentado aún un verdadero plan de gobierno. Todos naufragan en la incertidumbre y los primeros resultados del extenso calendario electoral de este año.

Mientras tanto, Florencio Randazzo utiliza una estrategia contraria. Se presenta como candidato del cristinismo, ese movimiento que se convirtió en una mala copia del kirchnerismo y que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Sustentado por su gestión en el ministerio del Interior y Transporte, el nacido en Chivilcoy ya se agenció el apoyo de varios sindicatos y de los sectores puros del oficialismo.

De todas formas, al ministro estrella del momento no le alcanza para pelearle el poder al aparato del gobernador de la provincia de Buenos Aires, ni para enfrentar al candidato de la clase media y el establishment.

Incluso, es otro de los dirigentes que aún baraja la posibilidad de declinar su candidatura y, en su caso, pugnar por el distrito bonaerense. Eso se confirmará recién el próximo 20 de junio.

Mientras los equipos de Scioli y Macri se agitan por elegir los nombres que completaen los binomios presidenciales (podrían ser Máximo Kirchner y Marcos Peña, respectivamente), Massa especula y participa de un juego que él mismo identificó como la causa de sus errores: la rosca política.

Acodado sobre su sillón preferido, el tigrense esperará sentado a que vengan a seducirlo. Lo que allí suceda, se volverá, el 10 de diciembre, un hecho histórico.