14 de abril de 2016, Roma – La actual propagación de la roya del trigo -un conjunto de enfermedades fúngicas de las plantas que merman la producción de cereales y otros cultivos- está creando inquietud en Asia Central y Oriente Medio y obligando a una mayor colaboración internacional para estudiar, detectar y prevenir esta amenaza y evitar su avance.
Como parte de este esfuerzo, la FAO está ampliando su colaboración con el Centro Internacional para la Investigación Agrícola en las Zonas Secas (ICARDA) y el Centro de Referencia Mundial sobre la Roya de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) para ofrecer capacitación en la vigilancia, resistencia y gestión de la enfermedad.
También se han previsto reconocimientos en los países y análisis de muestras para comprender y manejar mejor la propagación de esta grave amenaza para la producción de trigo. Y que supone un peligro no sólo para Asia Central y Oriente Medio, sino también para las principales zonas productoras de trigo del mundo.
Una enfermedad letal con mucha movilidad
La roya del trigo se presenta en tres tipos -amarilla, roya del tallo y roya de las hojas- con las dos primeras que se han propagado ampliamente en los últimos años. Las royas tienen la capacidad de convertir un cultivo de aspecto saludable, a tan sólo unas semanas de la recolección, en poco más de una maraña de hojas de color amarillo o tallos negros y granos marchitos a la hora de la cosecha.
Esta plaga vegetal posee una gran movilidad, propagándose rápidamente a grandes distancias por el viento, y puede causar estragos en los cultivos si no se aborda adecuadamente cuando se detecta por primera vez.
«En condiciones favorables, hasta el 80 por ciento o más del rendimiento de un campesino puede perderse debido a las infecciones de roya, por lo que crear capacidad en los países para detectarlas y comprender mejor las formas de propagación de las distintas cepas de la enfermedad, es crucial para prevenir epidemias y limitar las pérdidas», aseguró Fazil Dusunceli, Oficial de Protección Vegetal de la FAO.
La cepa más conocida es la Ug99, una forma muy potente de roya del tallo detectada por primera vez en Uganda en 1999 y que se ha extendido desde entonces a 13 países, algunos tan lejanos como el Yemen e Irán. Esta cepa tiene el potencial de afectar a la mayoría de las variedades de trigo que se cultivan en el mundo. Recientemente se ha detectado en Egipto, uno de los productores de trigo más importantes de Oriente Medio.
También es motivo de preocupación es una nueva cepa de roya amarilla, llamada Warrior, que se ha abierto camino desde el norte de Europa a Turquía, afectando a varios países en el camino.
Crear capacidad para detectar y contrarrestar la amenaza
La FAO, el ICARDA y la Dirección General de Investigación Agrícola de Turquía (GDAR), colaboran con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la Universidad de Aarhus y la Iniciativa mundial de Borlaug contra la roya (BGRI, por sus siglas en inglés), para capacitar a los agentes de protección vegetal en un taller de 10 días que comienza esta semana en Izmir, Turquía.
Veintidós participantes de 9 países de Asia Central y Oriente Medio con casos conocidos de roya del trigo recibirán formación en la vigilancia, resistencia y gestión de la enfermedad.
Una vez de vuelta en sus países, los agentes realizarán inspecciones sobre el terreno y enviarán muestras a la Universidad de Aarhus, donde serán analizadas para determinar la distancia y la velocidad con que se están propagando las diversas cepas de la enfermedad.
La acción temprana es esencial para contener la propagación de la roya del trigo, y la siembra de cultivares resistentes o el rociado oportuno con fungicidas puede evitar que los cultivos se contagien de la enfermedad. Pero conseguir estas semillas con antelación y hacer operativa una cadena de distribución de fungicidas puede presentar dificultades, especialmente en los países en desarrollo.
Egipto es un ejemplo de un país cuyo elevado nivel de vigilancia y la consiguiente acción temprana una vez detectada la cepa Ug99 en fecha reciente permitió evitar un impacto generalizado sin grandes costos, poniendo de relieve la eficacia de contar con programas de vigilancia adecuados.
Por su parte, la FAO, la BGRI y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) apoyaron un programa de investigación en Turquía, que fue capaz de detectar la propagación de la roya amarilla al país y puso en marcha una respuesta rápida para controlar el brote.
Además de Asia Central y Oriente Medio, la FAO colabora también con los países de África oriental -donde se han detectado nuevas cepas de la roya del tallo en Etiopía y Kenia-, para desarrollar una respuesta regional integral. Aquí se incluye el apoyo a la vigilancia y la creación de capacidad en Eritrea y Etiopía para facilitar respuestas rápidas frente a las cepas recién detectadas.