El ex-candidato a diputado por la Provincia, Fernando Niembro, puso en jaque la campaña presidencial del PRO. (Dibujo y Noticia: NOVA)
La causa penal que involucra al ex candidato a diputado Fernando Niembro y unas 160 contrataciones irregulares con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está golpeando más fuerte de lo pensado en la mesa chica del PRO, que se enfrenta al escándalo más importante desde la fundación del partido amarillo.
Mientras que los asesores de Mauricio Macri no encuentran la ventana para salir del aprieto, el ajusticiamiento mediático no conoce colores ni ideologías: no hay diario, portal o canal que no se dedique a poner el dedo sobre el periodista deportivo, en lo que suena a una “venganza kármica” contra el relator, cuyo nombre figura entre los menos queridos del ambiente por sus malos tratos a colegas y subalternos.
El problema no es sólo que el macrismo no logra aclarar la situación (¿por qué se compraron servicios a La Usina SRL por secreta contratación directa?). El inconveniente mayor –en cuanto a la campaña de refiere- es que no supo reaccionar con rapidez ante la revelación de una transfugueada, y dejó pasar el tiempo. Tiempo que el Frente para la Victoria, espacio acostumbradísimo a lidiar con pesadas megacausas (La valija de Antonini, Ciccone y Hotesur, entre muchas más), aprovechó para arrasar contra el principal candidato opositor de Daniel Scioli. Ahora, las encuestas los distancian por 14 puntos.
Durante este juego político, Sergio Massa aprovechó para colarse y armar una suerte de pacto con el oficialismo. “No tengo la culpa si Macri pierde porque se robó 20 palos”, justificó.
En tanto, posicionar a la renuncia de Niembro como un ejemplo del Cambio (hay que reconocer que ningún kirchnerista renunciaría a un cargo, por denuncias mucho más graves), es una estrategia que podría haber funcionado, si se hubiera realizado con inmediatez. Ahora, es tarde. Sumado a esto, el periodista salió a desmentir acusaciones que figuraban en los papeles, y se mostró mentiroso en público.
De esta manera, el slogan de “Cambiemos” quedó flojo y la sensación de un Gobierno diferente, alejado de tramas oscuras de corrupción, se convirtió en una mera utopía, y comenzó a hacer mella en los números de Mauricio.
No obstante, la política tiene más que ver hoy con un partido de básquet que con uno de fútbol, y todo puede cambiar en cuestión de segundos. Dependerá de la habilidad del PRO para dar vuelta la situación a un escenario favorable, algo que todavía no estamos viendo.