Demostrar potencial hacia fuera y mantener equilibrio puertas adentro. Éstas son dos consignas que quitan el sueño tanto de Daniel Scioli como de Sergio Massa al momento de pensar en el ordenamiento de sus tropas de cara a la decisiva batalla política a darse en 2015.
Y es que, enfocarse en el apuntalamiento del primer aspecto, puede provocar sacudones que dificulten la concreción del segundo, y viceversa. Esto viene afectando, aunque de diferentes formas, el armado en territorio bonaerense tanto de la Ola Naranja como del Frente Renovador.
En lo que refiere a la estructura encabezada por el mandatario provincial, la estrategia fue claramente puesta de manifiesto el pasado jueves en el encuentro realizado por el sciolismo en el SUM de la gobernación, donde, además de hacerse un repaso por las diversas acciones de gobierno, el eje central se basó en otorgar a los cientos de funcionarios presentes los lineamientos fundamentales para trabajar en pos de la candidatura presidencial de D.O.S.
Contener a los intendentes
Allí, se dejó en claro que el potencial naranja tiene que exponerse a través de la gestión, bajo el argumento de la capacidad de realizar obras de peso y políticas sociales con escasos recursos.
No obstante, la concreción de obras que el mismo gobernador define como “hitos de nuestra gestión” (tales como las que se realizan en la autopista Buenos Aires-La Plata o en la ruta 6), choca con un punto que afecta el equilibrio interno sobre todo en lo que refiere al posicionamiento de muchos que no estuvieron en el cónclave sciolista del último jueves: los intendentes.
Sucede que, así como se reconoce la dificultad financiera para pregonar que, a pesar de ello, se realizan obras neurálgicas para el desarrollo de la provincia, lo cierto es que, para lograr ese objetivo bajo tales condiciones, habrá que dejar relegadas y en stand by muchas obras que en diversos municipios son importantes para que los intendentes también exhiban su capacidad de gestión.
Esta situación ya ha traído varios dolores de cabeza en el Ejecutivo provincial a partir de algunos portazos de jefes comunales hacia el massismo y los amagues latentes de otros que hasta el momento se mantienen en el redil aunque sin dejar de hacer sistemáticamente el pedido de que se abra la canilla para sus municipios.
De todos modos, tras las fugas observadas durante la primera mitad del año, Scioli profundizó su trato directo con los intendentes, siendo una muestra de ello la reciente reunión con el espacio de jóvenes alcaldes K “Los Oktubres”, como así también con los mandatarios municipales que integran el llamado “Grupo de los 30”.
En este último caso, mantuvo un encuentro a solas con el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray.
Más allá del “operativo contención” para mantener orden y equilibrio en el frente interno, en estos cónclaves también se contemplan los posibles planes B para la gobernación bonaerense de suceder algo que viene sonando cada vez con más fuerza: el pase de Martín Insaurralde al massismo.
MI problema
Sin poder mostrar potencial de gestión más allá de lo que se realiza en Tigre o en municipios afines, Sergio Massa apuesta a fortalecer sus pretensiones presidenciales con una imagen de peso que lo respalde en territorio bonaerense.
En este sentido, cada vez que observa los resultados de las sucesivas encuestas en el rubro “gobernador bonaerense”, no deja de ambicionar el desembarco a su espacio de Martín Insaurralde, quien, en el último sondeo de la consultora Poliarquía, se posicionó cómodo en el primer lugar con un 39 por ciento, seguido a lo lejos por Margarita Stolbizer con un 16 por ciento.
Y es que de los candidatos actuales que tiene el massismo al sillón de calle 6 (Felipe Solá, Darío Giustozzi, Joaquín De la Torre, Gustavo Posse y Jesús Cariglino) ninguno mide como “+a” desea.
Pero este coqueteo eterno entre el tigrense y el lomense desató un fuerte malestar en las filas renovadoras que amenaza seriamente el equilibrio interno del espacio. «Yo no voy a hacer política en contra de mis principios.
Antes de eso me voy a casa con mis verdades a cuestas», afirmó determinante uno de los aspirantes a la gobernación por el massismo, el diputado Darío Giustozzi, ante la posibilidad de arribo de “MI” al FR. En este contexto, el intendente de Almirante Brown en uso de licencia estaría evaluando pegar el portazo para trabajar junto con alguien con el que nunca perdió contacto: su viejo referente en épocas de kirchnerista, Florencio Randazzo.
En la misma situación que Giustozzi está el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, aunque el destino a desembarcar sería otro: el PRO.
También molesto por la posible llegada de Insaurralde al FR, el malvinense observa en el espacio de Mauricio Macri (con quien ha tenido acercamientos en los últimos años) un sitio más depurado a la hora de posicionarse como candidato en territorio bonaerense, barajando la posibilidad de hacer dupla con la vicejefe de Gobierno porteño, María Eugenia Vidal.
Internas sólo para gobernador
Más allá de los nombres, fuentes cercanas a la mesa chica del Frente Renovador deslizaron a NOVA que la estrategia de Massa de cara a 2015 es que, para las Primarias, haya disputa interna entre candidatos a la gobernación, no así para los legisladores e intendentes. En lo que refiere a este último rubro, el tigrense sólo abriría el juego de la disputa interna en las PASO para aquellos distritos donde el massismo no hizo un buen papel electoral.
En tanto, en los municipios donde su espacio tiene el control del Ejecutivo y en aquellos otros donde, a pesar de no tener la intendencia, ganó la elección legislativa de 2013, su decisión es darle un voto de confianza a los dirigentes que posicionaron el FR en su pago chico, sin bendecir ningún otro candidato.