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FAO “TRANSFORMAR” NUESTROS SISTEMAS ALIMENTARIOS

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La idea de “transformar” nuestros sistemas alimentarios para el mundo moderno —cada vez más amenazado por el cambio climático y con una población en constante crecimiento—, es un tema candente. ¿Pero qué significa en realidad? Pues bien, en el centro de esta transformación tiene que darse un cambio sistémico de los sistemas de producción agroalimentaria —en gran medida insostenibles y que sobreexplotan los recursos naturales—, hacia un sistema que proteja el medio ambiente, refuerce la seguridad alimentaria y la nutrición y eleve los ingresos de los agricultores y otros actores en la cadena de valor.

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Se puede aprender mucho de los métodos agrícolas probados y fiables, como los que se emplean en los Sistemas importantes del patrimonio agrícola mundial (SIPAM). El programa relativo a los SIPAM designa agroecosistemas en los que las comunidades viven en íntima relación con sus territorios. Estos sistemas agrícolas cambiantes son resilientes y se basan en los conocimientos tradicionales y en valores culturales que no se pueden perder. La agrobiodiversidad y los paisajes de estos lugares son gestionados de forma sostenible por agricultores, pastores, pescadores y personas que dependen de los bosques en formas que contribuyen también a sus medios de vida y a la seguridad alimentaria.

En los diez años transcurridos desde su lanzamiento, he aquí cómo la iniciativa SIPAM ha transformado los sistemas agroalimentarios en cinco países:

Ifugao, Filipinas

Ifugao es un sistema de terrazas de arroz de regadío con 2 000 años de antigüedad en las montañas de la Cordillera en Filipinas. Realizadas a mano por los antepasados de los pueblos indígenas tuwali, estas terrazas siguen el contorno de las montañas y cuentan con un elaborado sistema de riego. Construidas sin la ayuda de herramientas modernas, Ifugao se considera una maravillosa obra de ingeniería de la antigüedad. Los indígenas tuwali son los principales custodios de estas terrazas, que demuestran cómo las comunidades locales se adaptan a su entorno creando formas de gran belleza.

En 2016, cinco años después de la designación de Ifugao como sitio SIPAM, la FAO y sus socios pusieron en marcha un proyecto para mejorar el sistema y equilibrar la conservación con el uso sostenible de la agrobiodiversidad de la zona. El proyecto ayudó a los campesinos a cultivar productos de gran valor como taro, ñame, batata, berenjena y jengibre. Con la maquinaria y los equipos proporcionados por el proyecto, los agricultores producen ahora galletas, barritas, vino, chips de taro, caramelos de jengibre e infusiones de hierbas etiquetadas con información sobre el sitio SIPAM. Esta producción poscosecha les ha proporcionado mejores ingresos y más oportunidades de subsistencia.

Península de Noto, Japón

La península de Noto es un microcosmos del Japón rural tradicional, en el que las montañas, los bosques y las zonas costeras están interrelacionados en un sistema agrícola increíble. La península se caracteriza por un mosaico de satoyama (ecosistemas terrestres y acuáticos) y satoumi (ecosistemas marinos y costeros). Los métodos tradicionales de agricultura, pesca y de gestión de los bosques y el agua han mantenido de forma sostenible los paisajes de la zona durante siglos.

Desde su designación por el SIPAM, hace diez años, la península de Noto ha reforzado la ordenación y protección de su territorio. Existe ahora un comité ejecutivo de ciudades, prefecturas, comercios, industrias, organizaciones de turismo y cooperativas locales que trabajan juntos para promover y preservar el patrimonio agrícola de la zona.

La prefectura de Ishikawa —en cooperación con instituciones financieras—, ha invertido en la promoción de los productos alimentarios y el turismo locales. Ayudó a crear un sistema de certificación para garantizar el origen de los productos locales y promover los productos agrícolas de la región de Noto, incrementando así los ingresos de los agricultores.

Aohan, China

Situado en el norte de China, el sistema de agricultura de secano de Aohan combina agricultura, silvicultura y ganadería. Algunos de los variados cultivos de la región se remontan a hace más de 8 000 años. Por ello, las costumbres, habilidades y experiencia en la agricultura de secano, única en su género, se han transmitido a lo largo de los siglos. Tradicionalmente se han intercalado diferentes cultivos, rotando entre los cultivos herbáceos y los que mejoran el suelo.

Desde que el sistema Aohan fue reconocido como sitio SIPAM, se ha creado una marca para el cultivo más popular de la zona, el mijo, a través de anuncios televisivos, publicidad y promoción de grandes empresas, lo que ha aumentado las ventas de forma significativa.

Cordillera de los Andes, Perú

El corredor Cusco-Puno, de 350 kilómetros de longitud en la cordillera andina del Perú, alberga a miles de agricultores indígenas quechuas y aymaras, que gestionan la tierra utilizando prácticas agrícolas tradicionales, conocimientos y ritos transmitidos por sus antepasados. Las familias de la zona han establecido y mantenido terrazas, sistemas de riego locales y sistemas agrícolas adaptados a diferentes altitudes.

Desde la designación de este corredor como sitio SIPAM, el Ministerio de Agricultura del Perú ha aprobado un decreto que establece “zonas de agrobiodiversidad” en todo el país para poner en valor la biodiversidad agrícola y reconocer a las comunidades campesinas e indígenas que conservan especies nativas y parientes silvestres del maíz, la papa, la quinua y los frijoles, entre otros cultivos. Actualmente, la FAO está implementando un proyecto financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) como seguimiento al reconocimiento del SIPAM, con el objetivo de ayudar a las comunidades a preservar la agrobiodiversidad a través de la gestión sostenible, las oportunidades de comercialización y la conservación.

Souf, Argelia

El sistema ghout de oasis en la región de Souf, en el sureste de Argelia, fue diseñado originalmente en el siglo XV. Consiste en plantar palmeras datileras en cráteres o cuencas, denominados ghout. En un entorno desértico donde la mayor parte de formas de vida lucha por sobrevivir, los ghout ayudan a las palmeras datileras a prosperar. En este sistema, las palmeras también están protegidas de los riesgos climáticos gracias a los altos taludes del ghout. No hay necesidad de un sistema de riego, porque las raíces van en busca de agua en las profundidades de la tierra.

En los últimos diez años, el programa SIPAM ha trabajado con asociados para crear actividades generadoras de ingresos para las comunidades de esta zona y salvaguardar la biodiversidad local. Por ejemplo, una comunidad recibió cultivares de palmeras datileras que estaban a punto de extinguirse en la zona y se encargó de replantarlas. Además, se ha introducido en la zona una determinada raza local de palomas para garantizar que no se extinga.

En los últimos diez años, el programa SIPAM ha impulsado los medios de subsistencia, ha protegido la biodiversidad y ha rendido homenaje a los métodos tradicionales de agricultura en docenas de países. Estos lugares encierran una sabiduría de valor incalculable. Quizá las soluciones modernas para transformar los sistemas agroalimentarios sean en realidad las tradicionales.