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LA POSICIÓN DE LA SECRETARÍA GENERAL DE LA OEA SOBRE LA SITUACIÓN EN NICARAGUA

OEA

Respecto a la situación en Nicaragua, debemos comenzar por donde más duele, los asesinatos de manifestantes. Como hiciéramos en nuestras comunicaciones del 20 de abril y del 22 de abril, reiteramos nuestra condena y exigimos justicia, así como el fin de la impunidad de aquellos que perpetraron estas acciones represivas. Desde entonces, hemos reiterado las comunicaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La justicia deberá recorrer todo el camino que sea necesario para asegurarnos que ningún crimen quede impune.

En el peor momento de la crisis, la Conferencia Episcopal nos solicitó que hiciéramos gestiones para que el Gobierno permitiera el ingreso de la CIDH. Esa gestión difícilmente la podía hacer otro que no fuera la Secretaría General de la OEA.

El pasado 14 de mayo tuvimos el agrado de anunciar que el Gobierno nos comunicaba su invitación a la CIDH para visitar el país, por primera vez luego del año 1992. La gestión que dio resultado fue la que hicimos desde la Secretaría General de la OEA.

El celo profesional de la CIDH y su compromiso con los principios de la defensa de los Derechos Humanos quedaron de manifiesto en su informe. Públicamente hemos hecho nuestro este informe, párrafo por párrafo, en sus denuncias y en sus conclusiones. Y seguimos haciendo gestiones para ampliar los trabajos de la CIDH.

En cuanto a la salida política a esta situación hemos insistido que la misma debe ser electoral, sin exclusiones, sin inhabilitaciones con un proceso electoral justo, claro, transparente. De hecho, nos encontrábamos abocados a ello, en un proceso negociador que tenía por objetivo alcanzar este resultado, hacer realidad las recomendaciones que en su momento realizara la Misión de Observación de la OEA para sanear el proceso electoral nicaragüense.

No hemos visto a nadie, ni organización ni autoridad electoral, que haya hecho recomendaciones más profundas y de sustancia que las que surgieron de ese informe. Hacerlo realidad es fundamental para la democracia en Nicaragua. Cualquiera que piense que Nicaragua tiene una solución diferente a la electoral se equivoca gravemente. Cuando la sociedad esta polarizada, la decisión debe volver en forma urgente al soberano: el pueblo.

Es necesario también dejar algo claro: hemos hablado sobre prácticas antidemocráticas de algún actor de la oposición, y sobre todo nos referíamos a una, a la mentira, que es la práctica más antidemocrática. Se ha mentido procurando ocultar nuestra condena a asesinatos de manifestantes, se ha mentido respecto a nuestras gestiones para la visita de la CIDH, se ha mentido respecto a nuestra posición sobre el informe de la CIDH, se ha mentido sobre nuestra posición respecto a elecciones adelantadas en Nicaragua, se ha mentido sobre la existencia de acuerdos secretos con el Gobierno, cuando todos los acuerdos e informes de la Misión de Observación Electoral sobre los procesos electorales están en la página web de la Organización.

Se ha mentido mucho más y se seguirá mintiendo mucho más. No tengo problemas con que haya gente que base sus campañas en mentiras, allá ellos y su corrupta forma de hacer política: definitivamente no es un tema que yo deba resolver.

No va a estar nunca en mí quejarme del juego fuerte en la política. Lo que no me pueden pedir es que confíe en ellos. No son confiables y no voy a confiar en ellos. Punto.

Ello no me inhibe para luchar por la democracia en Nicaragua, porque la democracia y las sociedades deben basarse en la verdad y en el compromiso ético insoslayable con los derechos civiles y políticos del pueblo.

Quiero tres cosas para Nicaragua, democracia en Nicaragua, verdad y justicia en Nicaragua, plena vigencia de los derechos humanos en Nicaragua.