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LAS CONDICIONES CLIMÁTICAS SECAS Y LAS ALTAS TEMPERATURAS MERMAN LAS COSECHAS EN ÁFRICA AUSTRAL

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La escasez de lluvias y las altas temperaturas han provocado estrés hídrico y afectado adversamente el desarrollo de los cultivos en varias zonas de África austral, según advirtió hoy la FAO.

Si bien las existencias de cereales en la región son abundantes, el período de clima seco y lluvias irregulares al inicio de la temporada apuntan a múltiples amenazas para los rendimientos agrícolas y pueden agravar el impacto de la plaga del gusano cogollero.

Las cosechas reducidas «se prevé intensifiquen la inseguridad alimentaria en 2018, lo que incrementará el número de personas necesitadas de ayuda», según una nueva alerta especial lanzada por el Sistema Mundial de Información y Alerta (SMIA) de la FAO.

La producción de maíz alcanzó un nivel récord en 2017 en la subregión de África austral, una novedad positiva tras la fuerte caída de la producción en el año anterior causada por un fenómeno de El Niño de fuerza inusual. Sin embargo, se prevé una disminución de la producción de cereales en la subregión en 2018 debido a las lluvias irregulares, unidas a un intenso período seco en enero.

La alerta se produce cuando el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, subrayó en una reciente intervención en Jartum la importancia de impulsar la resiliencia de las comunidades, en particular en África, para garantizar que «el Hambre Cero sea algo factible».

Aumento de la inseguridad alimentaria

El número de personas con inseguridad alimentaria en la subregión puede aumentar a lo largo de 2018, lo que en parte revierte el marcado descenso del año pasado, advierte la alerta del SMIA.

En 2016, la disminución de la producción agrícola provocada por El Niño hizo crecer de forma significativa el número de personas que padecen inseguridad alimentaria en la subregión. En Malawi, se estima que hay 6,7 millones de personas en esta situación, y en Zimbabwe serían algo más de 4 millones. Pero el importante repunte de la producción de cereales de la subregión hasta un nivel récord en 2017, hizo que las cifras de inseguridad alimentaria cayeran hasta en un 90 por ciento, según las estimaciones oficiales.

La producción de maíz en 2017 aumentó un 43 por ciento por encima de la media y la subregión produjo por primera vez en cinco años más de lo necesario para el consumo interno, incluso si se excluye a Sudáfrica, un exportador neto tradicional. Como resultado, la mayoría de los países pudieron acumular inventarios. Estos niveles más altos de reservas, deberían amortiguar de forma parcial los efectos de probables disminuciones futuras de producción. Los precios locales del maíz -ahora más bajos a nivel interanual-, reflejan también unas condiciones de suministros favorables.

Sin embargo, a nivel de los hogares, muchos pequeños campesinos y familias rurales se están todavía recuperando de las pérdidas por la grave sequía asociada a El Niño, y son vulnerables a un empeoramiento de la situación, señala el SMIA. Esto sucede de forma particular allí donde las cosechas en 2017 fueron escasas, como Madagascar.

También es probable que ocurra en zonas donde las tendencias climáticas han sido desfavorables, en particular en partes de Lesotho, áreas centrales y meridionales de Mozambique, el oeste de Sudáfrica, el sur de Zambia y Malawi, el este de Zimbabwe y el sudoeste de Madagascar.

Las tendencias de las precipitaciones son también importantes para el gusano cogollero del maíz (Spodoptera frugiperda), una especie invasora que se ha detectado en todos los países de la subregión, excepto Lesotho y Mauricio. Si bien las recientes lluvias torrenciales en algunas localidades pueden haber contribuido a contener la propagación de la plaga, el clima seco general puede ayudar a extenderla y a agravar su impacto en los rendimientos agrícolas.

LAS LLUVIAS IRREGULARES Y LA SUBIDA DE PRECIOS DE LOS CEREALES INCREMENTAN EL RIESGO DE HAMBRE EN ÁFRICA ORIENTAL

En el mundo persisten elevados niveles de inseguridad alimentaria, debido en gran parte a los conflictos y a impactos climáticos adversos que están teniendo graves consecuencias, en particular en los países de África oriental y el Próximo Oriente, donde un gran número de personas sigue necesitando ayuda humanitaria, señala un nuevo informe de la FAO.

Unos 37 países necesitan ayuda alimentaria externa -sin variación desde hace tres meses-, según el nuevo informe de Perspectivas de cosechas y situación alimentaria de la FAO publicado hoy.

Los conflictos civiles y la inseguridad son las causas directas de las altas tasas de hambre en 16 de esos países, desde Burundi hasta Yemen. Los enfrentamientos desplazan a millones de personas, obstaculizando las actividades agrícolas y, en muchos casos, haciendo que se disparen los precios de los alimentos básicos.

La inflación en la República Democrática del Congo creció más del doble en 2017, hasta una tasa anual del 42 por ciento. La violencia ha interrumpido las rutas comerciales tradicionales en el Sahel, lo que ha elevado los precios, mientras el sur y el este de Libia padecen escasez de alimentos.

Al mismo tiempo, las lluvias inadecuadas y erráticas representan una amenaza cada vez mayor para la seguridad alimentaria en África austral, así como en África oriental, donde muchas familias rurales han padecido hasta cuatro temporadas agrícolas consecutivas afectadas por la sequía.

El clima seco impacta en África oriental

La producción total de cereales se recuperó en África en 2017, debido principalmente a los fuertes incrementos en África austral tras unas cosechas muy recortadas en 2016.

Sin embargo, la producción de cereales en África oriental registró un descenso del 7,2 por ciento, lo que provocó un aumento de la tensión en varios países. El informe advierte que se prevé que las cosechas recientemente concluidas de cereales de la temporada secundaria estén por debajo de la media en el sudeste de Kenya, el noreste de Tanzania y el sur de Somalia.

La producción total de cereales de la temporada de lluvias “deyr” de Somalia es un 20 por ciento inferior a la media –según los cálculos- debido a que las lluvias estacionales tuvieron un comienzo tardío y se interrumpieron de forma temprana.

Se observó un patrón similar de precipitaciones y rendimientos en el noreste de Tanzania, y se estima que la producción de cereales de Sudán del Sur de las temporadas de siembra de 2017 es la menor desde que comenzó el conflicto a fines de 2013.

Las condiciones de sequía en algunas zonas de Etiopía y Somalia se han aliviado, pero no lo suficiente como para compensar por completo los déficits de la humedad del suelo acumulados.

La disponibilidad de pastos está todavía por debajo del promedio y las condiciones físicas del ganado son en general deficientes. En Kenya, las lluvias estacionales estuvieron hasta un 80 por ciento por debajo de los niveles medios, lo que obliga a vigilar de cerca las condiciones de los pastizales en las zonas orientales del país.

Los precios de los principales cereales están también en niveles elevados en Etiopía y Sudán, donde los precios al por menor del sorgo, mijo y trigo se han duplicado desde octubre pasado en la mayoría de los mercados locales. La subida de los precios estuvo provocada por la eliminación de los subsidios gubernamentales al trigo -que aumentaron la demanda de cereales sustitutivos- y por la debilitad de las divisas.

Se espera que las lluvias estacionales desfavorables en el sur de Madagascar den como resultado una nueva caída en los rendimientos de los cultivos en 2018. Esto sumado a unos precios históricamente altos del arroz, debería aumentar la presión sobre las condiciones de seguridad alimentaria, en especial en las zonas meridionales del país.

En otros lugares de África austral, se espera que la producción caiga en relación a los niveles récord de 2017, haciendo crecer la inquietud sobre la seguridad alimentaria en la subregión, que llevó a la FAO a emitir una alerta especial la semana pasada.

Los 37 países que actualmente necesitan ayuda alimentaria externa son Afganistán, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Chad, Congo, Djibouti, Eritrea, Etiopía, Guinea, Haití, Iraq, Kenia, Lesotho, Liberia, Libia, Madagascar, Malawi, Malí, Mauritania, Mozambique, Myanmar, Níger, Nigeria, Pakistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, República Popular Democrática de Corea, Sierra Leona, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Swazilandia, Siria, Uganda, Yemen y Zimbabwe.

LÁCTEOS Y CEREALES IMPULSARON AL ALZA LOS PRECIOS ALIMENTARIOS EN FEBRERO

El índice de precios de los alimentos de la FAO sube un 1,1 por ciento: se apunta a un descenso de la producción mundial de trigo en 2018

1 de marzo de 2018, Roma – La tendencia alcista de los precios mundiales de los principales cereales y los productos lácteos compensó con creces un descenso de precios de los aceites vegetales, lo que hizo que las cotizaciones de los alimentos básicos subieran en febrero a nivel mundial.

El índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó una media de 170,8 puntos en febrero, un 1,1 por ciento más que el mes anterior y tan solo un 2,7 por ciento menos que hace un año.

El índice de precios de los alimentos de la FAO es un índice ponderado en base a los intercambios comerciales que hace el seguimiento de los precios internacionales de los cinco grupos principales de alimentos básicos.

El índice de precios de los cereales -que comprende trigo, arroz y los principales cereales secundarios, incluido el maíz-, subió un 2,5 por ciento, registrando su segundo aumento mensual consecutivo, con una meteorología desfavorable que perjudicó las perspectivas para el trigo de invierno en los Estados Unidos y para el maíz en Argentina.

La FAO redujo además sus proyecciones para las cosechas de trigo de este año en todo el mundo, a la vez que señaló que los inventarios podrían para alcanzar un nivel récord.

El índice de precios de los productos lácteos subió un 6,2 por ciento en febrero, con incrementos de las cotizaciones internacionales de mantequilla, queso y leche en polvo entera y desnatada. La gran demanda global y una producción láctea inferior a la esperada en Nueva Zelanda impulsaron este alza.

El índice de precios de la carne se mantuvo prácticamente invariable, con los precios la carne de aves de corral bajando por cuarto mes consecutivo, lo que compensó un aumento en los de carne de bovino.

El índice de precios de los aceites vegetales de la FAO disminuyó a su vez un 3,1 por ciento, hasta alcanzar su nivel más bajo en 19 meses, en medio de las perspectivas de un mayor excedente de producción mundial este año.

Los precios del aceite de palma sufrieron las mayores caídas, reflejando un aumento de los inventarios en Malasia e Indonesia, mientras que las expectativas de un récord en la trituración de soja en los EEUU lastraron las cotizaciones de esta leguminosa.

El índice de precios del azúcar de la FAO disminuyó un 3,4 por ciento, alcanzando un mínimo de dos años, ya que importantes productores como Tailandia y la India continuaron ampliando su producción y los agentes del mercado se preparan para un fuerte aumento de la producción en la Unión Europea, debido al incremento de las siembras tras la eliminación el año pasado de las cuotas de producción.

Niveles récord de existencias, aunque puede disminuir la producción de trigo

Las condiciones mundiales de suministro para los principales cereales siguen siendo favorables y la FAO ha elevado su previsión para los niveles de existencias de final de temporada en 14 millones de toneladas.

Las existencias mundiales de trigo y cereales secundarios alcanzarán niveles récord en la campaña comercial actual, con 272,7 millones y 309,8 millones de toneladas, respectivamente, según la Nota informativa de la FAO sobre la oferta y la demanda de cereales, también publicada hoy.

Con la recolección de las cosechas de cereales del año pasado casi terminada, la FAO elevó su estimación mundial de la producción de cereales a 2 642 millones de toneladas, tras la revisión al alza de los cereales secundarios como el maíz en Australia y África oriental y occidental. La producción de arroz podría haber alcanzado 502,2 millones de toneladas en 2017, un máximo histórico.

La FAO emitió también su primer pronóstico para la producción mundial de trigo en 2018, con 744 millones de toneladas. Si bien está por encima del promedio, representaría un segundo descenso anual, reflejando menores rendimientos previstos en la Unión Europea y la Federación de Rusia.

La meteorología desfavorable en Sudamérica y África austral, junto con una contracción esperada en las siembras, apunta por su lado a una posible disminución de la producción de maíz en el hemisferio sur.