La situación de sequía generalizada en el Cuerno de África se ha agravado tras las lluvias insuficientes entre octubre y diciembre, al haber caído tan solo una cuarta parte de las precipitaciones que se esperaban, según alertó hoy la FAO.
La FAO calcula que más de 17 millones de personas padecen actualmente de inseguridad alimentaria –niveles de crisis y emergencia- en los países miembros de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) -Djibouti, Eritrea, Etiopía, Kenya, Somalia, Sudán del Sur, Sudán y Uganda- y necesitan por tanto ayuda humanitaria urgente.
Las zonas que generan mayor inquietud abarcan gran parte de Somalia, el noreste y la costa de Kenya y el sureste de Etiopía, junto a la región de Afar, que todavía se recupera de la sequía inducida por El Niño de 2015/16. Hay que sumar Sudán del Sur y la región de Darfur en Sudán, debido a la prolongada situación de inseguridad.
En la actualidad, cerca de 12 millones de personas en Somalia, Etiopía y Kenya necesitan ayuda alimentaria, ya que las familias tienen acceso limitado a alimentos e ingresos, a la vez que aumentan sus deudas y cuentan con reducidas existencias de cereales y semillas y y una menor producción de leche y carne.
Ya se ha lanzado un alerta previa a la hambruna para Somalia, lo que hace muy necesaria una respuesta humanitaria inmediata y a gran escala.
La grave escasez de alimentos y la malnutrición siguen generando igualmente gran preocupación en muchas zonas de Sudán del Sur, Sudán (en Darfur occidental) y en la región de Karamoja en Uganda.
La FAO advierte que si la respuesta no es inmediata y suficiente, el peligro es grande y los costes serán muy altos.
«La magnitud de la situación requiere una actuación y coordinación a mayor escala a nivel nacional y regional. Esto es, sobre todo, una emergencia humanitaria y de medios de subsistencia, y el momento de actuar es ahora», aseguró la Directora General Adjunta de la FAO para Clima y Recursos Naturales, María Helena Semedo. «No podemos esperar a que ocurra un desastre como la hambruna en 2011».
Semedo intervino en nombre del Director General de la FAO en un Panel de Alto Nivel sobre la situación humanitaria en el Cuerno de África, presidido por el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en el marco de la 28ª Cumbre de la UA que tiene lugar en Addis Abeba .
«La situación de sequía en la región es extremadamente preocupante –dijo Semedo- en especial en casi toda Somalia, pero también en el sur y el sudeste de Etiopía y en el norte de Kenya. Como consecuencia, con las próximas lluvias dentro de al menos de ocho semanas y la próxima cosecha principal que no llegará hasta julio, millones de personas están amenazadas de inseguridad alimentaria en toda la region”.
Guterres aseguró por su parte que: «debemos expresar plena solidaridad con el pueblo de Etiopía ante la amenazadora sequía, por una cuestión de justicia». El Secretario General de la ONU pidió un mayor compromiso para trabajar de forma conjunta.
La sequía afecta los medios de subsistencia
Los repetidos episodios de sequía han llevado a cosechas fallidas consecutivas, brotes de enfermedades, deterioro de las condiciones del agua y los pastos y muerte de animales.
«La inseguridad y las crisis económicas afectan a las personas más vulnerables», advirtió a su vez Bukar Tijani, Subdirector General de la FAO y Representante Regional para África.
«La situación se deteriora rápidamente –añadió- y es probable que el número de personas necesitadas de ayuda de emergencia humanitaria y para los medios de subsistencia aumente a medida que avance la estación seca y de carestía, con un impacto negativo significativo en los medios de vida y los activos domésticos, así como en la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades rurales afectadas».
En 2016, la cifra de refugiados y solicitantes de asilo aumentó en más de 0,5 millones, hasta los 3 millones, en comparación con 2015.
Mayor esfuerzo de la FAO frente a la sequía
«La colaboración de la FAO para fortalecer la resiliencia ante las conmociones y las crisis en el Cuerno de África es crucial y se ampliará», subrayó Tijani.
Recientemente, la FAO y la IGAD acordaron algunos pasos clave para mejorar la colaboración frente a la grave sequía que afecta hoy a los países del Cuerno de África y reforzar el análisis de seguridad alimentaria y la resiliencia.
Las dos organizaciones hicieron hincapié en la importancia de potenciar la función del Grupo de Trabajo sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición (FSNWG por sus siglas en inglés), la Clasificación Integrada de la Fase Humanitaria (CIF) y la Unidad de Análisis de Resiliencia (RAU) para mejorar la eficacia de las actuaciones y la alerta tempranas y las inversiones en resiliencia.
La FAO pide que aumenten las prioridades conjuntas e incluyan una mejor coordinación, una participación mayor y sistemática de los Estados Miembros y una respuesta eficaz a las necesidades identificadas por ellos mismos, así como un renovado esfuerzo de movilización de recursos.
UNA MORTÍFERA PLAGA AMENAZA A LOS ANTÍLOPES EN VÍAS DE EXTINCIÓN EN MONGOLIA
El compromiso internacional de erradicar una devastadora enfermedad del ganado que afecta principalmente a ovejas y cabras, se ha hecho aún más urgente tras conocerse la mortandad masiva de una especie de antílope en vías de extinción en Mongolia.
Unos 900 antílopes saiga (Saiga tatarica mongolica) -casi el 10 por ciento de la población de esta subespecie-, fueron encontrados muertos en la provincia occidental de Khovd, en Mongolia.
Las muestras extraídas de los cadáveres dieron resultado positivo para la peste de los pequeños rumiantes (PPR), una enfermedad viral que provoca una alta mortandad en los rebaños domésticos de ovejas y cabras, matando hasta el 90 por ciento de los animales infectados.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) lideran un esfuerzo multinacional para erradicar en 2030 la PPR, enfermedad que puede tener un impacto devastador a nivel económico y sobre la seguridad alimentaria. El 80% de los 2 100 millones de pequeños rumiantes que se calcula hay en el mundo viven en regiones afectadas, y constituyen un activo importante para un tercio de los hogares rurales pobres.
La PPR, identificada por primera vez en Côte d’Ivoire en la década de 1940, supone ahora una amenaza para más de 75 países.
Aunque la fauna silvestre se ha considerado durante mucho tiempo como potencialmente vulnerable, se habían documentado relativamente pocos casos reales de infección por PPR en especies similares a las cabras salvajes en libertad, y nunca en antílopes en libertad.
Las muertes parecen indicar que se ha producido un contagio a partir de animales domésticos con los que comparten zonas comunes de pastoreo, especialmente en invierno cuando hay menos lugares donde buscar alimentos.
Se están realizando esfuerzos para investigar la situación sobre el terreno, encaminados en particular a investigar otras posibles causas, como la infección bacteriana (Pasteurella multocida) que ahora se sospecha causase la muerte de cientos de miles de saiga en Kazajstán en 2015.
Los antílopes saiga en Mongolia no son realmente animales migratorios, pero sí son nómadas, dentro de un área de unos 130 000 km3 y con desplazamientos temporales en otoño para la reproducción y a principios de primavera para el alumbramiento.
Esta especie, que en el pasado se hallaba muy extendida por las estepas eurasiáticas, está clasificada como en grave peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Brote de PPR en Mongolia
Mongolia informó de su primer brote de PPR en septiembre de 2016, cuando las muertes de ovejas y cabras se vincularon a una extensión de los casos de PPR ocurridos en China.
La cabaña doméstica de pequeños rumiantes de Mongolia tiene hoy 45 millones de animales y cumple un papel económico y social esencial en un país en el que más de un tercio de la población obtiene su sustento directamente del ganado. Mongolia exporta animales vivos, carne y leche y es el mayor productor mundial de lana de cachemira de gran calidad.
Al conocerse el brote, la FAO y la OIE enviaron inmediatamente a Ulan-Bator una misión del Centro de Gestión de Crisis-Sanidad Animal (CMC-AH) para ayudar a los servicios veterinarios locales a evaluar la situación epidemiológica y proponer medidas inmediatas y a medio plazo para controlar la propagación de la enfermedad. En el empeño se vacunó a 11 millones de pequeños rumiantes domésticos, cruciales para la seguridad alimentaria y la nutrición.
La mortandad de los saiga -que pone de relieve la extrema vulnerabilidad de los animales que no han estado expuestos a la PPR, así como el reto de proteger la fauna silvestre- constituye un “hecho sin precedentes y preocupante”, según la Directora General de la OIE, Monique Eloit.
“La OIE continuará trabajando en estrecha colaboración con la FAO para ayudar al Gobierno de Mongolia a hacer frente a los brotes de PPR y proteger tanto el ganado como la vida silvestre, comenzando con una nueva misión CMC-AH dentro de unos días”, dijo, añadiendo que “para evitar una propagación rápida y catastrófica de la enfermedad, será especialmente importante “una estrecha cooperación entre los servicios veterinarios y los responsables de la gestión de la fauna silvestre”.
Acciones recomendadas
“Será necesario proseguir las investigaciones sobre el terreno para conocer el alcance del reciente brote. Si se confirma que la PPR es la causa principal, la cifra de muertes de saigas es probable se cuente en miles en los próximos tres meses”, advirtió Bouna Diop, Secretario del Programa conjunto de erradicación de la PPR de la FAO y la OIE. “Por esta razón –añadió-, hay que prepararse para afrontar una propagación aún más extensa de la enfermedad y debemos tratar de evitar el contacto entre los rumiantes domésticos y esta valiosa fauna silvestre en peligro de extinción”.
Para salvaguardar esta especie amenazada hay que considerar como principal herramienta actualmente disponible una mayor vigilancia, junto a la vacunación de los animales domésticos.
“En paralelo, deben hacerse esfuerzos cruciales de comunicación para que los pastores mongoles conozcan los riesgos de que el virus PPR se transmita de los saiga al ganado”, explicó Richard Kock, profesor de enfermedades emergentes del Royal Veterinary College de Londres.
“Hemos aprendido –añadió- que estos casos requieren un nivel especialmente elevado de cooperación internacional y la participación de la red de laboratorios de referencia a nivel mundial de la FAO y la OIE para garantizar una plena comprensión de la epidemiología”.
Plan mundial para la erradicación de la PPR
Para erradicar la enfermedad a nivel mundial en 2030, la FAO y la OIE lanzaron en 2016 el Programa mundial para la erradicación de la PPR (PPR-GEP, por sus siglas en inglés), basado en un amplio consenso internacional.
Una primera fase cubre el período 2017-2021, con un coste estimado de 996 millones de dólares EEUU.
“Los sucesos recientes en Mongolia demuestran que es necesario implementar en el marco del PPR-GEP una estrategia regional para contener y erradicar la PPR”, subrayó Ren Wang, Subdirector General de la FAO al frente del Departamento de Agricultura y Protección al Consumidor. “Se requieren recursos disponibles –añadió- para prevenir la propagación del virus en Mongolia, así como en Kazajstán, Rusia o China, donde se han señalado brotes por vez primera en los últimos años”.